El pasado jueves 12 de Diciembre tuvo lugar la Mesa Redonda en la que se habló de las diferentes perspectivas sobre la lucha contra el ‘Estado Islámico’ El evento, que tuvo lugar en la Universidad Camilo José Cela, resultó en una exposición muy interesante al respecto por parte de los cuatro ponentes expertos en la materia. Si te la perdiste y te gustaría saber cómo se abordó, aquí encontrarás un resumen completo sobre las ponencias.
El 4 de julio 2014, en la oración de los viernes, Abu Bakr al-Baghdadi anuncia la creación del Estado Islámico (EI) desde la gran mezquita de Mosul. La extensión territorial del Estado Islámico fue rápida y amplia, llegando a ocupar un territorio similar al que tiene el Reino Unido, con una población de unos doce millones de personas. La evaluación sobre los efectivos de su ejército varía. La CIA en 2014 los evaluó en unos 20.000-31.500, mientras que el Observatorio siro de derechos humanos los cifraba en unos 100.000 y el jefe del gabinete del Presidente kurdo Massoud Barzan hablaba de 200.000 efectivos. Muchos de estos efectivos se deben considerar más como opositores al gobierno chiita de Bagdad y al régimen de Bashar Háfez al-Ásad que defensores de un EI. La cúpula militar estaba formada esencialmente por antiguos jefes militares de Sadam Hussein. Los combatientes extranjeros que se unieron al EI entre 2013 y 2017 se calculan en unos 40.000, provenientes de más de 100 Estados, de los cuales unos 5.000 serían de Estados europeos.
Tras la proclamación del Estado Islámico, Estados Unidos formó una coalición de 81 países para luchar contra el EI y los bombardeos aéreos se iniciaron en septiembre de 2014. En diciembre de 2015 Rusia entraba oficialmente en la guerra apoyando esencialmente al gobierno de Bashar Háfez al-Ásad en contra de los grupos opositores, tal como venía haciendo Irán
El resultado fue la derrota del EI tanto en el territorio de Iraq como en el territorio de Siria, conquista territorial que se consideró finalizada en marzo de 2019
En los centros de detención de Iraq se calcula en 18.306 los acusados de terrorismo de los cuales unos 1.500 son extranjeros. En Siria en la zona contralada por los grupos kurdos aliados de Estados Unidos se calculan en 12.000 los prisioneros militantes del EI de lo que unos 2.000 son extranjeros y unos 70.000, familiares y seguidores internados en campos de concentración. Por su parte Turquía, zona especial de tránsito, transacciones y avituallamiento, se calcula que tiene unos 1.200 prisioneros pertenecientes al EI y, tras la operación Peace Spring de octubre de 2019, puede haber hecho unos 300 prisioneros más.
Estos datos son importantes dado que, dentro de la campaña de reagrupamiento del EI de las células durmientes, los camuflados en las poblaciones y zonas desperdigadas en Siria e Iraq, unos 11.000, la campaña para conseguir la evasión de los militantes de las cárceles juega un papel importante, como ya ocurrió en 2012 y 2013.
Esto se verá favorecido con la operación de Turquía Peace Spring comenzada el 9 de octubre para la creación de un corredor de 30 km de profundidad en el territorio del nordeste de Siria controlado por los grupos kurdos sirios, con la previa retirada de las fuerzas estadounidenses de la mayor parte de las bases e instalaciones que mantenían en esta zona kurda. Esta operación dio lugar a la evasión de dos campos de refugiados, uno de ellos, el de Ain Issa, de unos 850 mujeres y niños de miembros del EI.
Esta retirada estadounidense, fuertemente contestada en el Congreso de Estados Unidos y por sus aliados, dará lugar a una recolocación de fuerzas estadounidenses en el territorio controlado por las fuerzas kurdas, volviendo a ocupar algunas bases e instalaciones abandonadas, reduciendo su presencia, de unos 1.000 soldados a unos 400-600-ya fuerzas mecanizadas-, para la defensa de los campos petrolíferos y la reanudación de las operaciones, tratando de evitar el reagrupamiento de los combatientes del EI y la conquista de estos campos.
En orden a entender la lucha antiterrorista desarrollada por Estados Unidos es fundamental entender las estrategias de las últimas administraciones, las contribuciones de la CIA y el Pentágono, las estructuras organizativas, así como las operaciones.
En primer término, hay que mencionar las operaciones de intervención militar a gran escala en Afganistán y e Iraq y también las operaciones encubiertas y clandestinas con la participación de la CIA y el Pentágono. Haciendo un recorrido desde la Administración del presidente Bush se detectan importantes cambios. Frente a esta Administración, el Presidente Obama intentará desarrollar un política contraterrorista de bajo perfil. Se definirán dos áreas diferenciadas: Areas de hostilidades y áreas fuera de hostilidades. Al eliminar la palabra hostilidades, se eliminaron los controles de la War Powers Act de 1973. Y con la política de bajo perfil se pone en marcha una estrategia político-militar para combatir el terrorismo, sustentada en las altas capacidades de las Fuerzas de Operaciones Especiales, del brazo paramilitar de la CIA y los sistemas IRS, vinculados a los programas de drones.
Se produce una expansión progresiva de las zonas fuera de hostilidades que implica combatir el terrorismo con altas capacidades tecnológicas y cuerpos de élite; la conformación y expansión de una compleja red de bases de apoyo logístico y operativo en todas las regiones del planeta; alianzas, formales y no formales, con gobiernos de países aliados y socios; y el establecimiento de una geografía de bases al servicio de rastreo, vigilancia y neutralización de los terroristas.
Frente a la Administración del Presidente Obama, la Administración del Presidente Trump flexibilizará las reglas. Adoptará una política de hands off approach, dando una mayor capacidad de decisión a los militares en el terreno; incrementará el high operational tempo/sin descanso; y eliminará el micromanagement. Pero mantendrá la estrategia de militarización y escalada basada en el legado de Obama.
El Presidente Trump dio así luz verde a la CIA para conducir operaciones de ataque con drones, y el número de ataques con drones en Siria, Somalia y Yemen se incrementará muy sustancialmente, así como las operaciones en el Sahel; abrió la posibilidad de repartir la carga de la escalada con las Fuerzas de Operaciones Especiales que asimismo tendrán una gran expansión; admitió la negación plausible; y abrió la posibilidad de acciones no reconocidas por el Gobierno así como la posibilidad de camuflar resultados.
El 26-27 de octubre tuvo lugar la operación, realizada en exclusiva por Estados Unidos para eliminar a Abu Bakr al-Baghdadi, en la localidad de Barisha en Idlib, a pocos kilómetros de la frontera de Siria con Turquía culminando con su muerte.
Sobre esta operación se puede decir que se han ido conociendo una serie de datos por medio de las ruedas de prensa del presidente Trump, del Secretario de Defensa Mark T. Esper y el Presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, el General Mark Milley, del Secretario de Defensa para Asunto Públicos, Jonathan Rath Hoffman y el General Kenneth F. McKenzie, Jr., Comandante del CENTCOM. Posteriormente, en noviembre se hizo público el Quarterly report on Operation Inherent Resolve que contiene también algunos datos y detalles de esta operación.
Se puede decir, en consecuencia, que están disponibles al público un conjunto de detalles que se han dado a conocer o se han desclasificado, asunto este último que merece ser encomiado, pues en España la desclasificación sigue todavía en mantillas, y también un conjunto de incógnitas, por falta de informaciones de importancia o análisis publicados con información no creíble.
Se ha informado que en la operación participaron aproximadamente unos 100 miembros de las fuerzas de la Delta Force y del Regimiento 75 de los Rangers; ocho helicópteros, varios de ellos Chinook, helicópteros de ataque, drones y aviones de combate de cuarta y quinta generación, La operación duró aproximadamente dos horas y durante la misma cinco combatientes del EI dos mujeres y un niño murieron y dos combatientes de notable valor informativo fueron capturados y llevados posteriormente a un lugar seguro, así como once niños. Al Baghdadi murió junto con dos niños al hacerse explotar un chaleco suicida, al ser acosado por un perro en un túnel excavado en el complejo. Fue identificado el cadáver posteriormente sin ningún género de dudas por la DIA y su cadaver fue depositado en el mar. Se recogió importante documentación y equipos electrónicos siendo el complejo posteriormente arrasado con ataques desde el aire.
Otros detalles importantes aportados fueron el tiempo de duración del vuelo, una hora y diez minutos, que se había informado sin dar grandes detalles de la operación a Rusia, que llegaron a Berisha desde una zona de estacionamiento en Siria.y que hicieron el mismo recorrido a la ida y a la vuelta, añadiendo el Presidente Trump que los helicópterosw aterrizaron en un “ friendly port in a friendly country”, dando lugar a un conjunto de especulaciones.
La prensa estadounidense informó desde el principio que la operación había partido de Erbil en el Kurdistan iraquí, posteriormente se ha hablado de la base al-Asad en la provincia de Anbar en Iraq y también de Chipre en función de la palabra port utilizada por el Presidente Trump, o incluso de plataformas navales estacionadas en el Mediterráneo.
La cuestión es la credibilidad que pueden tener todo este conjunto de detalles, en función de varios factores, una zona de estacionamiento en Siria es complicada dado que las fuerzas de Estados Unidos habían abandonado bases e instalaciones en el nordeste de Siria, incluyendo pistas de aterrizaje, a partir del 6 de octubre, antes de la ofensiva turca. En segundo lugar, la distancia a recorrer y autonomía de los helicópteros. Según la compañía Boeing, un Chinook CH-47F tiene una velocidad de crucero de 291 km/hora y un radio de actuación de 741 km. De Erbil a Barisha la distancia son 684 km. De Akrotiri (Chipre) a Barisha son unos 344 km. En el primer caso, sería necesario repostar para completar la operación y pasar por multiples zonas de control aéreo: de Iraq, Siria, Rusia y Turquía. En el segundo había que obviar el fuerte control aéreo ruso-sirio y el turco. La operación aparentemente más sencilla parece que podría partir de la base de Incirlik, donde existe una fuerte presencia militar estadounidense, por su cercanía a Barisha y una presencia y control aéreo ruso-sirio menos efectivo al estar situada Barisha a unos 6 km de la frontera con Turquía, en una provincia no ocupada por el ejército de Bashar Háfez al-Ásad donde Hayat Tahrir al-Sham(anteriormente Al-Nusra).controla la mayoría de las áreas a lo largo de la frontera turca y donde existen importantes acuerdos entre Turquía y Rusia. La distancia a recorrer desde Incirlik a Barisha sería de unos 150 km y prácticamente el recorrido completo se realiza sobre territorio turco.
Aparte de ésto, están todo un conjunto de detalles enigmáticos sobre la localización de al-Baghdadi, la importancia de las detenciones de la mujer de uno de los ayudantes de al-Baghdadi y de uno de sus correos, la vigilancia de sus movimientos durante semanas, el papel de la inteligencia kurda y turca o la infiltración en el complejo.
Como recoge el último informe del Pentágono publicado el 19 de noviembre de 2019 sobre la Operación Inherent Resolve el EI es capaz de hacer frente a la muerte de al-Baghdadi, y probablemente va a dar continuidad a las operaciones, mantener la cohesión y su trayectoria actual.
Es posible que se transforme en un grupo guerrillero o de insurgencia (que lleve a cabo acciones de golpear y esconderse) como viene siendo habitual en Afganistán e Irak, y refuerce su faceta de ataque a escala reducida en suelo occidental.
El impacto de la muerte de al- Baghdadi se puede considerar reducido con respecto a la operatividad de la organización, pues, aunque intentaba reconstruir el EI tras la derrota militar, su capacidad de mando estaba limitada al estar perseguido y cambiando de lugar de ocultación.
Hay que constatar que, como grupo, a pesar de que la organización está degradada, todavía dispone de miembros con la suficiente legitimidad y conocimientos- líder militar y doctor en ley islámica- y capacidad de consulta para poder elegir con rapidez el sucesor de al-Baghdadi. El comunicado oficial de la organización señaló que «El Consejo Shura se reunió inmediatamente después de confirmar el martirio del jeque Abu Bakr al Baghdadi. Los líderes de los muyahidines, luego de consultar con sus hermanos y actuar de acuerdo con la voluntad (de al-Baghdadi), prometieron lealtad a Abu Ibrahim al Hashimi al Qurashi como nuevo líder de los creyentes»
El nuevo portavoz, Abu Hamza al Qurashi, a su vez, ha instado a los seguidores de EI a honrar al nuevo «califa» y ha lanzado una amenaza a los estadounidenses: «Que no se regocije Estados Unidos por la muerte del jeque al Baghdadi. ¿No sabe Estados Unidos que EI está hoy a las puertas de Europa y en África Central?».
No obstante, estas afirmaciones, aun teniendo en cuenta los numerosos grupos que se afiliaron al EI en los últimos años y su notable expansión en Asia y África, se puede decir que si la derrota militar en Siria e Iraq se consolida y no consiguen un reagrupamiento, los grupos afiliados volverán a ser más independientes
Es comprensible, tal como afirman fuentes militares, que la mayoría de los combatientes extranjeros murieran en acciones de combate contra fuerzas sirias, rusas, iraníes o de la coalición formada por Estados Unidos. Aparte de los que murieron en el frente de batalla, otros sobrevivieron y o bien huyeron o bien están en cárceles iraquíes, sirias o turcas.
Otro gran desafío que tienen todos los países que han “exportado” combatientes a aquella zona de conflicto es qué hacer, sobre todo, con las familias que construyeron allí, con mujer e hijos incluidos. Hay que tener en cuenta que el Estado Islámico no fue solo un combate, sino que se presentó como un proyecto atractivo de vida, de ir a Siria a combatir por el islam a la vez que se fundaba un Estado Islámico, un califato, sobre los preceptos del Islam. Para ellos, esto era no sólo pegar tiros sino un proyecto vital en el que involucrarse por completo. Las esposas e hijos que tuvieron los combatientes allí vivieron bajo el influjo de la propaganda yihadista; algunos de ellos recibieron entrenamiento militar e incluso algunos participaron en acciones de combate (o se les hizo degollar a enemigos).
En cuanto a los combatientes extranjeros en prisión hay que señalar una diversidad de posiciones: Bashar Háfez Asad los quiere juzgar en Siria. Turquía los está expulsando. Iraq dice que los juzga, pero pide un precio por mantenerlos en prisión, 2 millones $ por sospechoso y año.
Diversos Estados han realizado esfuerzos concertados para iniciar las repatriaciones, caso de Rusia, Kosovo o Malasia, aunque quedan todavía en cárceles y campos cientos de sus nacionales. Marruecos y Túnez, han hecho poco para solventar el problema.
Los Estados centroasiáticos se debaten entre retirarles la ciudadanía a los terroristas y repatriarles. Uzbequistán, Kazajstán y Kirguistán han llevado a cabo varias operaciones de repatriación de niños y mujeres, a quienes ha dado ayuda psicológica, aunque se les ha mantenido aparatos de todo contacto con sus compatriotas, como medida provisional hasta que su desmovilización sea completa. en efecto, no se trata de aplicar las técnicas habituales de DDRR de un conflicto armado típico, aunque estas también pueden ayudar. Sobre todo, se trata de aplicar medidas que vayan a la raíz del problema, que no es otro que el ideológico. Hay que averiguar por qué el 99,99% de los centroasiáticos decidieron seguir con sus vidas normales y por qué el 0,01% decidió viajar a tierra de conflicto para construir el califato. En Tayikistán, aquellos combatientes que deseen volver a casa deben participar en actos públicos donde muestren su verdadero arrepentimiento y convenzan a los jóvenes de la inutilidad de tomar la senda del radicalismo.
Los gobiernos occidentales, en particular los Estados miembros de la UE, Canadá y Australia, en medio de debates y divisiones internas, no han adoptado medidas eficaces para solucionar el problema no solo de la repatriación y /o su enjuiciamiento sino también para aliviar las condiciones de los campamentos donde están recluidas las familias.
Todos estos Estados, hay que resaltar, preferían que fuesen juzgados en los países donde están encarcelados, pero Estados Unidos quiere que los europeos repatrien a sus nacionales y les juzguen.
El caso de los encarcelados en la zona kurda de Siria ha creado problemas al no ser el YPG kurdo un Estado y, de ahí, los intentos y transacciones que se han realizado con Iraq. Ahora, la situación parece clarificarse con los acuerdos del YPG con Assad y las manifestaciones del presidente sirio de que han de ser juzgados en Siria. Turquía, por su parte está ya repatriando a los prisioneros del EI que tiene en sus cárceles.
España finalmente ha accedido a repatriar a estos combatientes encarcelados y los familiares presos en campos.
Conviene resaltar que el problema de los retornados, de los combatientes extranjeros que vuelven a sus países de origen, es una cuestión que no sólo afecta a Europa. Tanto la lucha contra el terrorismo como la lucha contra la radicalización (la tarea de prevención del radicalismo) es una tarea global, aunque cada país la maneje a su estilo, buscando siempre la mayor eficacia en el proceso de desmovilización y reintegración en la sociedad. En ese sentido, hay que ser realistas y trabajar correctamente para que no se produzca su vuelta a la sociedad sin una auténtica reintegración. No hay que olvidar que combatientes y familiares de combatientes han estado expuestos en Siria e Irak a una fuerte acción propagandística del EI.
En cuanto a los posibles escenarios futuros, se pueden ofrecer los siguientes, teniendo en cuenta dos variables, a saber, por un lado, la evolución del EI y, por otro lado, la reacción de Estados Unidos y otros Estados.
El EI vuelve a tomar fuerza en Irak y Siria y se reconstituye, volviendo a su forma de 2016, momento de su máximo esplendor. Este escenario es, a priori, bastante poco realista, pues el EI se creó gracias a una ventana de oportunidades, una conjunción de acontecimientos poco frecuentes: el caos generado por las primaveras árabes, la decadencia de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden (2011), la “necesidad” de que surgiera un líder fuerte que remplazara a Al Qaeda y al Frente Al Nusra. A la crueldad extrema de al-Bagdadí y sus iniciales secuaces, se le fueran agregando yihadistas provenientes de distintas latitudes y, cuando se alcanzó la suficiente masa crítica, incluso algunos grupos le prestaron obediencia. Todo eso hoy se ha derrumbado, con la derrota militar. Sin embargo, aun siendo poco realista, este escenario no es del todo descartable pues, aunque parezca mentira, hay un magma de gente en las distintas sociedades (occidentales o no) que se podrían sentir motivadas a unirse a una figura concreta si esta surgiera.
El EI desaparece por completo. En todo caso, si se diera este escenario, sin lugar a duda, surgiría otro movimiento yihadista global, ya fuera completamente nuevo, o viejo, o bien una situación intermedia en la que los remanentes del EI se integran en Al Qaeda (que desde julio tiene también problemas de liderazgo interno, con la muerte de Hamza Bin Laden). En este caso, queda claro que la lucha yihadista global sigue su curso, en su carrera de fondo, contra Occidente. Por su parte, los países occidentales deberían hacer lo mismo y, además de mantener la coalición internacional contra el EI y su operación Inherent Resolve, deben también atajar el problema de la radicalización en países occidentales. Hay que desmontar los argumentos de los grupos yihadistas, entrar a fondo en la contra narrativa, con astucia y acierto, también en redes sociales.
El EI mantiene su marca en algunos lugares, en grupos afiliados y reduce su expansión, asunto que no parece claro, como se está viendo en el Sahel y el sur de Libia y África en general. Este escenario, junto con el anterior, parecen los más probables, pues se da un factor necesario, la radicalización continua, la lucha yihadista global continua, tal como lo ha venido haciendo desde décadas atrás. Afganistán años ’70 y ’80, los Balcanes años ’90, Sudán, Somalia, en el siglo XXI Afganistán, Irak, Siria, Libia El Sahel… son sólo algunos de los lugares que han sido o siguen siendo campo de batalla de estos yihadistas, si bien no se considera probable su consolidación en un nuevo territorio independiente. Este tipo de guerra necesita de una fuerte financiación, financiación que en estos momentos no se da pues el EI se encuentra en una etapa del repliegue, reagrupamiento y de redimensión de las propias fuerzas. En este tercer escenario, parece acertado pensar que la implicación estadounidense disminuiría o incluso decaería, como lo ha hecho siempre que la intensidad del yihadismo ha declinado. Ejemplos históricos de esto hay unos cuantos. Además, al menos bajo la administración Trump, parece que la prioridad de EE. UU. no es ni el Oriente Próximo, ni el Mediterráneo, sino más bien el propio territorio de EE.UU.
En cualquiera de estos tres escenarios hay una consecuencia lógica latente: Europa y, en menor medida EE. UU., sufrirán el zarpazo del terrorismo yihadista pues este nuevo terrorismo no necesita de grandes inversiones ni de grandes redes de apoyo logístico; basta con tener un cuchillo de cocina para sembrar el terror en nuestras sociedades. Además, siguiendo con el dilema del prisionero, usarán nuestras debilidades para robustecer sus fortalezas, abusarán de nuestras libertades para intentar acabar con nosotros. Se impone una mayor seriedad y medios en la lucha ideológica, así como la drástica limitación de actividades de expansión de ideologías radicales de terceros Estados musulmanes La defensa de la libertad de expresión parece ilimitada en Occidente, así como lo es el acceso a Internet. Este es un asunto delicado en su regulación, en función del uso prácticamente fuera de control que de él hacen los movimientos yihadistas.